La diputada provincial de Arquitectura y Conservación visita el yacimiento arqueológico de La Illeta dels Banyets y adelanta su decisión de avanzar en la musealización del recinto y su entorno

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Updated: febrero 22, 2024

Primera toma de contacto, y muy buenas vibraciones. La diputada provincial de Arquitectura y Conservación de Instalaciones, Carmen Sellés Prieto, conoció ayer pormenorizadamente La Illeta dels Banyets, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del Mediterráneo, sito en El Campello y propiedad de la Diputación Provincial de Alicante. Se trata de un Bien de Interés Cultural (BIC) que hasta la Edad Media era una pequeña isla, que se unió al continente a través de la construcción de un istmo de tierra en el año 1944.

            La visita  oficial resultó muy enriquecedora, no sólo por conocer el resultado de los últimos trabajos de conservación y excavación, sino porque la diputada avanzó a la autoridades locales su intención de habilitar más medios para fomentar su conocimiento por parte de la población y avanzar en el anhelado proyecto de musealización del perímetro y su entorno, del que destaca la Torre de La Illeta (del siglo XVI y propiedad el Ayuntamiento de El Campello), y un área todavía sin excavar en la que ya se ha documentado la existencia de hornos ibéricos para fabricar ánforas.

            La comitiva oficial que visitó el yacimiento estaba integrada, además de por Carmen Sellés, por el alcalde de El Campello, Juanjo Berenguer; la primer teniente de alcalde y también diputada provincial Lourdes Llopis, la concejala de Turismo, Marisa Navarro, y parte del equipo de profesionales responsables de su conservación, como Adoración Martínez, arqueóloga de la Fundación MARQ con puesto de trabajo permanente en el yacimiento; Dolores Sanchís, restauradora y licenciada en Bellas Artes, y Rafael Pérez, director del área de Arquitectura de la Diputación Provincial.

            El yacimiento registró el año pasado hasta 27.000 visitantes, cifra que las autoridades consideran que aumentará considerablemente con la puesta en valor de todo el conjunto. A pesar de su reducida extensión, este yacimiento es de una gran importancia por su amplia secuencia cultural, ya que en él se han identificado restos de la Edad del Bronce, previos a los que conforman un asentamiento ibérico y los que quedan de una villa romana, además de la presencia de materiales islámicos que nos hablan de una ocupación, de carácter esporádico, en la época medieval. Ello demuestra que la Illeta dels Banyets fue un importante puerto comercial, desde el que se dominaban tanto las vías marítimas como las de penetración hacia el interior.

            Los programas de investigación son constantes en el paraje, así como las campañas de excavaciones, siempre bajo la dirección del prestigioso arqueólogo Manuel Olcina. Dado su innegable valor, la vigilancia del yacimiento se mantiene durante las 24 horas del día, y la zona peninsular que todavía no ha sido excavada está protegida por un vallado. La parte propiedad de la Diputación tiene una extensión de 6.000 metros cuadrados, de los que hasta ahora se han excavado 3.500. Restauraciones minuciosas y paneles explicativos permiten una visita muy didáctica.

            Tanto Carmen Sellés como Juanjo Berenguer coincidieron en el interés de ambas instituciones (a las que se sumará en breve la Generalitat Valenciana), para dar visibilidad a toda esa riqueza patrimonial.

LA IMPORTANCIA DEL YACIMIENTO

Las primeras evidencias de ocupación de La Illeta del Banyets se remontan a la prehistoria, y más concretamente al periodo Eneolítico, en que sus pobladores vivían en cabañas de planta oval de las que han quedado algunos restos. Posteriormente, ya en la Edad del Bronce, se construyeron dos grandes cisternas parcialmente excavadas en la roca, alrededor de las cuales se han hallado enterramientos y estructuras de habitación. En las tumbas han aparecido punzones y puñales de metal, brazaletes, pomos y botones de marfil, y algunos vasos de cerámica.

El siguiente nivel corresponde a la Época Ibérica, del s. IV y parte del III a. C., una etapa en la que se desarrolló un importante poblado del que únicamente se ha excavado una parte. Se puede observar dos templos, almacenes y viviendas, algunas de las cuales de gran complejidad arquitectónica. Este núcleo, dada la singularidad de los edificios, su riqueza y variedad, se puede interpretar como un emporium, destacado lugar de intercambio comercial. En tierra firme, junto a la torre de época moderna, se ha descubierto un alfar para la fabricación de ánforas ibéricas, del que se han documentado varios hornos.

El nivel más superior corresponde a la Época Romana, entre los siglos I y II d. C.. Sobre los cimientos del abandonado poblado ibérico se levantó una villa romana con unas pequeñas termas anejas. Es muy poco lo que se conserva, aunque sí se puede distinguir perfectamente la zona de residencia del propietario y otra relacionada con actividades agrícolas. Se ha encontrado también un edificio termal muy simple en una estrecha nave en la que se alinean el horno, la sala caliente, el tepidarium y el frigidarium-apodyterium De ese momento datan también los restos de unas balsas labradas en la roca y comunicadas con el mar por medio de trampillas correspondientes a unos viveros para peces: cuatro balsas comunicadas, que reciben el agua del mar mediante dos canales situados en ambos extremos.

Esta entrada pertenece a La Onda Digital.

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